El Cholo, como es apodado, fue un jugador muy prolijo, obsesionado por el orden e incluso en la actualidad impone esa disposición en el desplazamiento de los jugadores dentro del césped verde. Ese mismo césped que pisan los deportistas defendiendo los colores que apasionan, despiertan suspiros y a la vez emoción en la mayoría de los argentinos. Son sentimientos que nacen naturalmente también en Simeone, desde pequeño, específicamente desde los 4 años, cuando se dirigía con su padre siempre al mismo sector de la tribuna del Coliseo, para alentar al club de sus amores.
La elegancia no la presenta solamente a la hora de exhibir a su equipo, así mismo lo hace cada fin de semana con su look lleno de glamour y finesa. Para él, es infaltable su traje de corte italiano color oscuro. Siempre cuidando su cuerpo e imagen. Así es el actual entrenador de la Acade. Acostumbrado a la estética de Europa, donde pasó el mayor tiempo de su carrera como deportista. Incluso de los 19 años que luchó en el medio campo, sólo tres lo hizo en el país y los años restantes en España e Italia. Fue tanto el tiempo que vivió en el exterior, que le costó bastante regresar a la Argentina , y lo hizo sólo para cumplir su gran sueño: despedirse de los botines y la pelota vistiendo de celeste y blanco.
“Hay quienes se sorprenden de las razones que me impulsaron a regresar al país, la moneda devaluada, la inseguridad… Hay inseguridad en todas partes y si millones de argentinos pueden vivir aquí, ¿Por qué yo no? Me emocionó la idea de jugar en Racing y nada mejor que retirarme en el club que sigo desde pequeño. Sólo yo sé lo que significa entrar al campo de mi equipo y ver a mi padre alentándome desde la tribuna”, comentó el Cholo.
Comenzó a hacer rodar la pelota como profesional cuando tenía 17 en Vélez Sarsfield y a los 35 comenzó a jugar en Racing, club que además sería el último. Abandonó su preciada casaca número 14 de una manera repentina y para tratar de levantar los ánimos del primer grande de los grandes que corría riesgo con la promoción. Ese 2006 no tan sólo dejaba de correr detrás del balón, sino que también comenzaba una etapa de su vida totalmente nueva. Con gran éxito por cierto, ya que pudo remontar los números de la academia y cortar esa mala racha que atravesaba.
Luego de esa primera experiencia, Simeone festejó cuando salió campeón dirigiendo a Estudiantes (2006) y con River (2008), además de tener un buen pase por San Lorenzo (2009) y en Italia, salvando a Catania del descenso. Durante la conducción de los equipos argentinos, el ex volante, nunca festejó ningún gol realizado a su Racing. A pesar que durante su trayectoria en el Pincha se corrió el rumor de que lo había hecho, con unas fotos publicadas que no fueron bien recibidas por los hinchas académicos. Para muchos fue como atravesar la infidelidad de una pareja e incluso de ídolo pasó a ser llamado como “traídor”.
Sin embargo, el Cholo, siempre se mantuvo firme ante las acusaciones. “Es todo una patraña, el gol no lo grite, fue Photoshop, los técnicos estamos hartos de estas maniobras periodísticas. Yo por Racing di todo, hasta sacrifiqué mi exitosa trayectoria en Europa en el mejor momento de mi carrera, créanme, si Racing lo empataba sobre la hora lo iba a festejar con los muchachos", fueron los comentarios de Simeone ante las constantes quejas de los simpatizantes. Éste fue el único “problema” que hubo con el amor que existe entre el actual DT y Racing. Sin embargo que más da, hasta Romeo y Julieta tuvieron complicaciones por terceros.
Diego Pablo Simeone, el hombre que no se entusiasma con facilidad, que es amante del juego en equipo en lugar de los apellidos rutilantes, el que es todo valentía, que saca las garras en los peores momentos, el que no se conforma con poco y a pesar de tener una gran carrera cree que podría haber hecho mucho más. Es el hombre que hoy tiene el equipo en sus manos, y del que se espera un Racing campeón, luego de diez años sin poderlo gritar. De éste hombre y de los 23 que conforman el equipo están las esperanzas de los racinguistas que esperan con ansias que todo se vuelva a encaminar para que una vez más la ilusión renazca.