jueves, 1 de septiembre de 2011

El gol no lo es todo



Un hombre nacido en La Plata, Buenos Aires, hincha fanático de Estudiantes, padre de dos hijos con 29 años de edad. Es jugador desde hace seis temporadas de Racing Club y se ha convertido en ídolo para los simpatizantes del equipo de Avellaneda. Ese ser es Pablo Lugüercio.

Delantero de poco gol. Muchas veces es definido de esa manera. Es un atacante que tiene un promedio bajo de anotaciones, pero sin importar eso, él siempre se retira de la cancha escuchando el famoso: “¡Lugüercio, Lugüercio!”

Llegó a Racing en el Apertura 2008 y en 16 partidos realizo sólo un gol. Fue considerado estar loco por dejar Estudiantes, el club de sus amores además de ser el lugar en donde se formó y debutó como deportista profesional. El platense es un individuo que le gustan los desafíos, que se arriesga por lo que quiere y no se intimida ante ningún rival.

Ese es Lugüercio, un jugador que se brinda enteramente, que defiende los colores de la camiseta que viste, solidario y generoso como pocos y esa es la explicación del bajo porcentaje de goles que realiza por campeonato.  “Siempre me falto egoísmo, muchos técnicos me lo han remarcado, pero es una característica que me nace. Cada vez que veo un compañero mejor ubicado, no dudo, pienso en dar un pase en lugar de tratar hacer un gol. No lo puedo corregir, soy así”, comentó.

Un futbolista que inicio su carrera en Estudiantes y paso al equipo de Avellaneda en uno de los momentos más oscuros del primer Tricampeón de la Argentina. Aventurero como lo es, tomó el riesgo de comenzar una nueva etapa en su carrera. Abandono “el pincha” con esperanzas de hacer un cambio en lo que seria el futuro de Racing. No se equivocó.

Hace casi tres años que tomó la decisión de cambiarse de equipo y ya cumplió los 100 partidos con “La Academia”, fue reconocido por la institución y por la gente con la que tiene un gran amor que no para de crecer.

El Payaso, como es apodado, confesó sentirse afortunado de lo que vive día a día en el club, a pesar de los resultados, no se arrepiente de jugar en él y dice sentir alegría por haber formado parte del plantel que salvó a Racing de la temida Promoción en el 2009 y 2010. Sólo le faltaría ganar un título que sería la frutilla de la torta como el mismo lo define.

Es sacrificado y deja todo en cada partido. Un perseverante empedernido que convierte a su garra en una de las principales cualidades con la que se destaca a pesar de no convertir tantos goles como lo hacen otros delanteros. Lugüercio se resalta sin la necesidad de convertir. 

Recuerda la primera vez que recibió el cariño de la gente, cuando salio ovacionado del “Coliseo”, como uno de las mejores anécdotas que tiene. Cuenta: “Fue en un clásico en la tercera fecha (del torneo) que yo había llegado...¡Fue en un momento que me erré dos goles increíbles. ¡Increíbles, eh! Una de cabeza que pegó en el travesaño y otra que la cabeceo en el área chica y la mandé afuera. En una jugada que hice la gente me ovacionó, de ese momento no me olvido más. En ese partido con Independiente nació el mito que hasta hoy me acompaña”

Antes de que comenzara el torneo Clausura 2011 estaba en duda la continuidad del jugador. Los Racinguistas le pedían a gritos que no los dejaran sin el ídolo indiscutible del club.  Finalmente le pidió a su representante que rechazara todas las ofertas que le habían realizado. Sin saber si podría ocupar un lugar como titular en el equipo de Miguel Ángel Russo, prefirió una vez mas arriesgarse. Estos son uno de los actos que sellan el cariño que tiene con la hinchada académica.

Tiene diversos gustos. Cuando puede se dirige a La Plata para ver a su equipo y alentarlo como fanático de Estudiantes que es, más allá que después le toque ser rival de su ex club. También, en ese sector de Buenos Aires tiene una pizzería que abrió con un amigo,  ambientada  como un típico lugar en donde se habla, discute y se disfruta del deporte que despierta más pasiones en los argentinos. Toca la guitarra, incluso el día que se retire le gustaría enfoscarse solo en eso.

Volviendo al tema principal, el afecto que hay entre Racing y Lugüercio, se resume en una sola palabra, Iván, su hijo que es hincha del club a pesar de tener toda una familia de Estudiantes y esto se debe al amor que existe entre su padre y el “Primer Grande de los Grandes”.

Pablo Lugüercio se metió en el corazón de la gente del albiceleste y es un romance que perdurará incluso cuando el jugador deje el equipo. “Lo que me da la gente es algo que voy a llevar siempre” manifiesta. Y de la misma manera lo hace cada fin de semana la gente de Racing, que espera tanto como él un título. Lo cual sería el cierre ideal para esta gran novela.


1 comentario:

  1. Está bien, cumple. Como defecto general, es demasiado formal y tiene algunos lugares comunes. Evite las fórmulas como "el cual" "ese ser"... y evite el armado de oraciones que no tienen atribución de sujeto como: "Un futbolista que arrancó su carrera..."

    Cuidado con los acentos, sobre todo en los verbos en pasado (inció).

    La verdad, el "Lugüercio, Lugüercio", no es famoso.

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