El barrio Avellaneda se viste de celeste y blanco en cada partido que juega Racing. Esos colores que se observan en cada rincón cuando se aproxima a los alrededores del “Cilindro”. A pesar de que su gente, es caracterizada por ser fieles y suelen acompañar a su equipo; esta vez fue una ocasión especial y la cancha se lleno de simpatizantes una vez más.
Era una noche fresca, el cielo se encontraba oscuro, sin luna ni estrellas, el viento soplaba fuerte por la espalda y parecía que las gotas no tardaban en caer. Sobre la avenida Belgrano aparecían centenares de hinchas que se asomaban por cada esquina. A las 8.30 el entusiasmo se palpitaba cada vez más fuerte. Las canciones típicas de cada tribuna, se escuchaban por cualquier lugar en donde pisaras. Los colectivos anaranjados comenzaban a pasar tocando bocina y con algunas personas colgando de las puertas o ventanas.
Los minutos corrían y muchos hinchas pasaban caminando a gran velocidad o incluso corriendo. Al traspasar la parte de los vallados en la entrada donde se posicionaban los policías en caballo, la multitud era más notoria aún. Las remeras de los diferentes años se mezclaban. La que tiene mangas con detalles rosados, la negra con el borde cuadriculado o la última, la variedad diseños se combinaban. Aunque, por el frío, muchos optaron por concurrir con camperas, la mayoría de Racing también.
La fila para sacar entradas era extensa aún a minutos de que comenzara el encuentro ante Olimpo. Muchas mujeres formaban fila también para ingresar e incluso las entradas populares para damas se agotaron.
Cada puerta del estadio Presidente Perón se llenaba con hinchas que esperaban ser revisados para, por fin, ingresar con la gente que había llegado más temprano. Las banderas o “trapos” como las llaman, ya estaban colgadas y los papelitos empezaban a ser repartidos para arrojarlos durante el ingreso del plantel al campo de juego.
El piso temblaba haciendo que la gente de Olimpo se sintiera como en casa, pero en casa de Racing. Como siempre los niños, adolescentes y adultos saltando, agitando las manos mientras cantaban.
Cuando los jugadores del local comenzaron a pisar el césped, la fiesta se potenció. Contentos por el regreso de Giovanni Moreno como titular y la alegría que aumentó debido al interés por ver jugar juntos, por primera vez después de tanta espera, a los dos colombianos. “¡Giooooo, Gioooo!” cantaban durante el saludo de su equipo.
Ya cuando la pelota comenzó a rodar, las caras comenzaron a cambiar. A muchos se le fue transformando de alegría en preocupación. Los cánticos no cesaban, aunque por momentos se convertían en un: ¡Uhhhh! Cuando Racing perdía una pelota cerca del área chica del rival.
La gente expectante sonreían en cada jugada buena de Giovanni, pero todo quedaba en la nada debido a que no podían celebrar un gol. El penal pateado por Teófilo hizo que la fiesta renaciera. Con corridas, empujones y abrazos la hinchada festejó. Incluso causo mucho asombro y risas el particular festejo que realizaron con sombreros, tambores y pantereta.
Al finalizar se escucharon algunas críticas al equipo, pero los halagos a los dos jugadores esperados no paraban de florecer. Sin lugar a dudas ambos se ganaron el cariño de la gente, que por más que no se retiraron del todo conformes, le tienen fe al equipo y especialmente a Moreno y Teófilo quienes les brindan un “futbol lindo”, como fue definido por varios hinchas a la salida de la cancha.
domingo, 18 de septiembre de 2011
viernes, 9 de septiembre de 2011
Y va por más
Sin lugar a dudas el regreso de Giovanni Moreno provocó ansias, alegría, entusiasmo e ilusiones en los corazones de los académicos. Desde el momento que el técnico, Diego Simeone, anunció su posible regreso al campo de juego ante Oll Boys, las expectativas con el retorno del “10” no pararon de crecer.
El colombiano volvía a tocar la pelota justamente en ese escenario donde se había despedido de ella. Ese lugar en donde Hugo Barrientos, lo dejaba inactivo, el día 13 de febrero, con una grave lesión en la rodilla izquierda. Después de seis largos meses esperando por el aclamado volante; Gio vuelve para demostrar que su encanto sigue vivo.
Una encuesta realizada en el barrio de Villa Crespo demostró que la mayoría de los seguidores del fútbol de allí, opinaron que el regreso de Moreno iba a cambiar por completo el juego de Racing.
Facundo por ejemplo, uno de los entrevistados con 19 años, opinó que el regreso de Giovanni iba a provocar un mejor fútbol en el equipo. Y así fue, a pesar del aburrido 0 a 0 contra Oll Boys, desde que ingresó a la cancha le agregó un condimento especial a cada jugada que hacían. “Si Gio logra complementarse con Teo, Racing puede salir campeón” comentó Facundo, hincha fanático de River.
“Giovanni va a causar mayor dificultad para los rivales, si vuelve en buenas condiciones va a provocar más situaciones de gol, lo contrarió va a pasar si lo hace con miedo” Fue lo que dijo Ramiro de 25 años.
Sergio, un encargado de edificio con 32 años. Manifestó que el regreso del colombiano iba aportar
mayor ritmo: “Es buen jugador, rápido, tiene buena gambeta. Lo que más va a causar su regreso va a ser la confianza que va a surgir en el equipo y las buenas asistencias que él hace”.
Definitivamente se espera mucho de un jugador con ese nivel, esa forma distinta de moverse en el césped genera una exigencia extra. Le aguarda la titularidad de hoy ante Olimpo, con el regreso también de Teófilo Gutiérrez a las 21.15 jugando de local. La combinación colombiana promete, y mucho.
jueves, 1 de septiembre de 2011
El gol no lo es todo
Un hombre nacido en La Plata, Buenos Aires, hincha fanático de Estudiantes, padre de dos hijos con 29 años de edad. Es jugador desde hace seis temporadas de Racing Club y se ha convertido en ídolo para los simpatizantes del equipo de Avellaneda. Ese ser es Pablo Lugüercio.
Delantero de poco gol. Muchas veces es definido de esa manera. Es un atacante que tiene un promedio bajo de anotaciones, pero sin importar eso, él siempre se retira de la cancha escuchando el famoso: “¡Lugüercio, Lugüercio!”
Llegó a Racing en el Apertura 2008 y en 16 partidos realizo sólo un gol. Fue considerado estar loco por dejar Estudiantes, el club de sus amores además de ser el lugar en donde se formó y debutó como deportista profesional. El platense es un individuo que le gustan los desafíos, que se arriesga por lo que quiere y no se intimida ante ningún rival.
Ese es Lugüercio, un jugador que se brinda enteramente, que defiende los colores de la camiseta que viste, solidario y generoso como pocos y esa es la explicación del bajo porcentaje de goles que realiza por campeonato. “Siempre me falto egoísmo, muchos técnicos me lo han remarcado, pero es una característica que me nace. Cada vez que veo un compañero mejor ubicado, no dudo, pienso en dar un pase en lugar de tratar hacer un gol. No lo puedo corregir, soy así”, comentó.
Un futbolista que inicio su carrera en Estudiantes y paso al equipo de Avellaneda en uno de los momentos más oscuros del primer Tricampeón de la Argentina. Aventurero como lo es, tomó el riesgo de comenzar una nueva etapa en su carrera. Abandono “el pincha” con esperanzas de hacer un cambio en lo que seria el futuro de Racing. No se equivocó.
Hace casi tres años que tomó la decisión de cambiarse de equipo y ya cumplió los 100 partidos con “La Academia”, fue reconocido por la institución y por la gente con la que tiene un gran amor que no para de crecer.
El Payaso, como es apodado, confesó sentirse afortunado de lo que vive día a día en el club, a pesar de los resultados, no se arrepiente de jugar en él y dice sentir alegría por haber formado parte del plantel que salvó a Racing de la temida Promoción en el 2009 y 2010. Sólo le faltaría ganar un título que sería la frutilla de la torta como el mismo lo define.
Es sacrificado y deja todo en cada partido. Un perseverante empedernido que convierte a su garra en una de las principales cualidades con la que se destaca a pesar de no convertir tantos goles como lo hacen otros delanteros. Lugüercio se resalta sin la necesidad de convertir.
Recuerda la primera vez que recibió el cariño de la gente, cuando salio ovacionado del “Coliseo”, como uno de las mejores anécdotas que tiene. Cuenta: “Fue en un clásico en la tercera fecha (del torneo) que yo había llegado...¡Fue en un momento que me erré dos goles increíbles. ¡Increíbles, eh! Una de cabeza que pegó en el travesaño y otra que la cabeceo en el área chica y la mandé afuera. En una jugada que hice la gente me ovacionó, de ese momento no me olvido más. En ese partido con Independiente nació el mito que hasta hoy me acompaña”
Antes de que comenzara el torneo Clausura 2011 estaba en duda la continuidad del jugador. Los Racinguistas le pedían a gritos que no los dejaran sin el ídolo indiscutible del club. Finalmente le pidió a su representante que rechazara todas las ofertas que le habían realizado. Sin saber si podría ocupar un lugar como titular en el equipo de Miguel Ángel Russo, prefirió una vez mas arriesgarse. Estos son uno de los actos que sellan el cariño que tiene con la hinchada académica.
Tiene diversos gustos. Cuando puede se dirige a La Plata para ver a su equipo y alentarlo como fanático de Estudiantes que es, más allá que después le toque ser rival de su ex club. También, en ese sector de Buenos Aires tiene una pizzería que abrió con un amigo, ambientada como un típico lugar en donde se habla, discute y se disfruta del deporte que despierta más pasiones en los argentinos. Toca la guitarra, incluso el día que se retire le gustaría enfoscarse solo en eso.
Volviendo al tema principal, el afecto que hay entre Racing y Lugüercio, se resume en una sola palabra, Iván, su hijo que es hincha del club a pesar de tener toda una familia de Estudiantes y esto se debe al amor que existe entre su padre y el “Primer Grande de los Grandes”.
Pablo Lugüercio se metió en el corazón de la gente del albiceleste y es un romance que perdurará incluso cuando el jugador deje el equipo. “Lo que me da la gente es algo que voy a llevar siempre” manifiesta. Y de la misma manera lo hace cada fin de semana la gente de Racing, que espera tanto como él un título. Lo cual sería el cierre ideal para esta gran novela.
¡Vos sos un ídolo!
Racing es un club que tiene mucha historia. Familias pasan de generación en generación esta pasión que se siente por la “blanca y celeste”. Muchos jugadores tuvieron la oportunidad de utilizar el vestuario local del Coliseo, vestir los colores de la Academia y salir a defenderlos durante un partido. Sin embargo hay algunos jugadores que se destacaron y se destacan más que otros. Estos son los que salen del campo de juego siempre ovacionados, los que hacen que los hinchas aplaudan de pie mientras se retiran, los que provocan ese: “ooolee”, cuando hacen alguna jugada que da gusto ver, generando la sonrisa del público y el miedo o respeto de los contrincantes. A ellos se los llama: Ídolos.
Durante los últimos años, Racing tuvo una escasez de esos deportistas que revolucionan el juego. Y en este último tiempo los que se destacaron fueron dos colombianos que parecieron haber aterrizado en zona local como un regalo del cielo.
Primero llegó Giovanni Moreno y luego Teófilo Gutiérrez, dos extranjeros que hacen ilusionar a los racinguistas.
Giovanni es un enganche que se destaco por su gran talento y goles. A pesar de que sólo jugó seis meses con la casaca número 10 en Racing, es un enganche que genera expectativa e ilusiona. Se espera su regreso como titular, luego de la ruptura de ligamentos que sufrió en su pierna izquierda. Quizás todavía no es considerado un ídolo pero no le falta mucho para serlo. Hace meses que se percibe la ansiedad del público en verlo manejar el balón con su grandiosa zurda. Si logra hacer las cosas bien como las venia haciendo antes de su lesión, es seguro que su nombre va a estar escrito en el libro de los jugadores más brillantes de la Acade.
Estas dos personas que consiguieron el cariño de los racinguistas, hace que se recuerden a esos jugadores extranjeros que hicieron emocionar al público. Esos que jugaron lejos de sus casas y se transformaron en ídolos para muchos. Esos que nacieron lejos del Coliseo pero se manejaron como si fuera su propia casa.
Si volteamos la vista atrás en el tiempos, podremos ver a esos ídolos extranjeros que la Academia pudo disfrutar.
Juan Carlos Mesias, un uruguayo que jugó desde 1961 a 1965. Fue un lateral y puntero, muy firme y veloz. Sólido como pocos, macizo y rustico.
Walter Machado Da Silva, un brasilero que estuvo solo un año en Racing (1969) pero hizo mucho para ser recordado. Un número 9 de lujo, que además terminó goleador del torneo con 14 goles. Teófilo Gutiérrez es comparado con este brasilero goleador de raza. En tan solo 19 partidos se convirtió en ídolo. Daba gusto verlo elevarse para cabecear y dejo un recuerdo imborrable en Racing.
Nacido en Uruguay, Juan Ramón Carrasco, jugó 55 partidos para el club de Avellaneda. Con una personalidad segura, confiado en su gran trabajo. Jugó de 1981 a 1982 y como es de suponerse, también termino goleador.
Rubén Paz, por siempre Rubén Paz. Es ese deportista al cual la palabra jugador le queda chica y se convierte en un “jugadorazo”. Con su pegada precisa enamoro a la gente de Racing. Junto al resto del plantel en 1988 conquistó la Supercopa Sudamericana y la Supercopa Interamericana, además de ser premiado como mejor jugador de Sudamérica y considerado el Futbolista Argentino del Año. Gio ocupa casualmente el mismo puesto que Paz y se espera que se luzca como él lo hizo. Fue ese “10”, uno de los pocos que recibió la famosa ovación de “Uruguayo, Uruguayo” en el futbol argentino y consiguió el respeto de todas las hinchadas.
Gerardo Bedoya el último colombiano que era recordado antes de la llegada de los dos actuales. Un gran número 3. Salió campeón con Racing en el 2001 cortando 35 años sin campeonato alguno. A él le alcanzaron 6 meses para conseguir ese título que por tantos años había sido anhelado. Zurdo, talentoso y de buena pegada, realizo goles en las canchas argentinas que jamás serán olvidados.
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